La educación de la mujer en la colonia se convirtió en una estrategia de vital importancia ya que cuando los pobladores originarios adoptan la monogamia, no es sino la mujer, la que se encargaría de continuar con las tareas de la evangelización al interior del hogar y para lograr este cometido era necesario que aprendiera a leer.
Sin embargo como es ampliamente sabido, dentro del sistema colonial persisten distintas clases sociales, razón por la cual la educación de la mujer en el siglo XVI era diferente para cada estrato social.
En la clase alta, los propósitos de la educación eran claros, pues las féminas fundamentalmente jugaban el rol de objetos de compañía en la vida pública del marido, y al interior de la casa eran las responsables de imbuir y mantener la honra familiar, transmitir valores culturales y morales, encargarse de la crianza de los hijos y manejar todos los asuntos relacionados con la vida doméstica. Por lo tanto el matrimonio era la etapa más crucial de su vida y para ello debían ser preparadas, por lo que sus padres las enviaban desde niñas a los colegios de religiosas donde se instruían aprendiendo las labores del hogar y en donde podían tener acceso limitado a conocimientos que en esa época eran considerados propios del hombre, tales como el aprendizaje del latín o el manejo de la administración; estudios que con el paso de los años se convertirían en el pasatiempo favorito de las "señoras" de sociedad, ya que las labores domesticas eran realizadas normalmente en su totalidad por la servidumbre, llegándose a decir que entre más tiempo de ocio tuviera la dueña de la casa, mayor estatus social tendría el cónyuge.
En el caso de las mujeres indígenas y mestizas que pertenecían a la clase trabajadora sin ser esclavas, la educación se enfocó de manera fundamental, al aprendizaje de algunos oficios que les ayudasen en la manutención de sí mismas y al sostenimiento de sus familias, puesto que las condiciones económico-sociales propias de cambio en que se encontraba el país, les exigían en muchas ocasiones, integrarse a las actividades del comercio, ligadas al trabajo doméstico, o a la elaboración de algunos productos o bienes de consumo, sin que esto afectara su reputación, ya que ellas no tenían un linaje que conservar, ni un apellido que cuidar.
Para las mujeres esclavas negras, bastaba que aprendieran las labores del campo o servicios del hogar, pues siendo consideradas como propiedad de los personajes de la alta sociedad, no podían ni debían aspirar a mas.
Se realizaba en la escuela de “Amigas” que eran mujeres ancianas que enseñaban: religión, lectura, escritura y labores manuales.(solo para clases altas)
La educación de las mujeres en oficios mujeriles no era importante que aprendieran a escribir, leer y contar total tarde o temprano se iban a casar
Para el siglo XVIII se dio importancia a la educación femenina una de sus máximas exponentes fue Sor Juana Inés de la Cruz. La educación elemental femenina estaba a cargo de: Orfanatos para niña, escuelas “Amiga” y conventos religiosos.. El destino de las mujeres era el casamiento o el convento.
La idea de educar a las mujeres, independientemente de su clase social, surgió a fines del período colonial como un reflejo de la Ilustración que vino con la dinastía de los Borbones. En 1591 se fundó un colegio en Popayán para atender a las hijas de los conquistadores, pero fue un caso aislado. Solamente al empezar el siglo XVIII empezó a popularizarse la educación femenina: En Ciudad de México en el año de 1802 asistieron 3.100 niñas a la escuela y en vísperas de la Independencia Doña Clemencia de Caycedo y Vélez fundó un convento en Santa Fe de Bogotá para educar niñas de todos los estratos sociales.
Pese a todo, pese a los obstáculos y a la discriminación de género, en la colonia surgieron mujeres notables que marcaron hondas huellas en la historia,
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